Una tira un euro. El negocio del azúcar

Las personas que padecen diabetes, lo que conocemos por azúcar en la sangre, tienen que hacerse una o varias veces al día unos análisis para calcular la cantidad de insulina que se tienen que inyectar. Para hacerlo se usan unas sencillas máquinas electrónicas en las que hay que introducir una tira reactiva sobre la que hay que echar una gota de sangre. Para cada análisis se necesita una de estas tiras.


Como se puede ver en la imagen, una tira reactiva es básicamente una pieza de plástico minúscula con una especie de circuito impreso y en el extremo que quedará sobresaliente tiene un área impregnada de una sustancia especial, "mágica", sobre la que se ha de depositar la gota de sangre y que varía su conductividad eléctrica en función de la cantidad de glucosa que se encuentre. Esta información es recibida por el medidor que representa el nivel de azúcar en su pantalla LCD.

Los internáutas nos quejamos de que la tinta de las impresoras es uno de los líquidos más caros del mundo. Pero estas tiras podrán ser también uno de los trozos de plástico más caros del mundo. Por término medio, una caja de 50 tiras viene a costar 50 euros. Es decir, cada análisis sale aproximadamente por un euro. Lo pague el enfermo o la Seguridad Social.

Cuando un nuevo paciente es diagnosticado como diabético, es frecuente que los farmacéuticos le regalen el medidor. Esta es una enfermedad crónica, un cliente de por vida, el sueño dorado de la industria. Y hay tantos modelos de tiras como de medidores. Nada es compatible con nada. Chips de calibración que no se pueden intercambiar. Nada de genéricos.


Pero ahí no acaban los problemas. Según el tipo de máquina, en unas se introduce la tira directamente con la mano por una ranura. En otras se colocan todas las tiras a la vez en una especie de soporte de plástico. Después un mecanismo interno se encarga de separarlas, desenvolverlas y llevarlas a la posición correcta para que asome el extremo y hacer el análisis.
Todo esto puede fallar y es muy posible que falle. No se puede finalizar el análisis. Da error en pantalla o simplemente no hace nada. Habrá que desperdiciar esta tira e intentarlo con otra. Otro euro.
En muchos casos estas pruebas las hacen personas mayores con mal pulso, o que no entienden de códigos de numeración de errores ni de secuencias de pitidos.

Es totalmente imprescindible hacer el análisis. No se puede dejar para mañana. Y si la caja traía 50 tiras y ha de durar 25 días, no puedes ir mucho antes al médico para que te recete otra. Todo está calculado. Por ser un producto tan caro se hacen unas recetas especiales que llevan una serie de controles y trámites burocráticos extra. Hasta podrían ser anuladas por los inspectores.
El resultado es que muchos pacientes de vez en cuando tienen que ir a la farmacia y comprar una caja de tiras y pagarla entera de su bolsillo para tenerlas de reserva y no llegar a quedarse sin ninguna.

La gota de sangre necesaria para el análisis se obtiene dando un pinchazo en la yema de los dedos. Para hacerlo se usan otros trocitos de plástico con un pincho en la punta llamados "lancetas", que también se deben de comprar en la farmacia y no se caracterizan por ser baratos precisamente. Esto no lo cubre la Seguridad Social. Otro goteo de euros que no se acaba nunca.

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