Avances en sellado de quinielas

Avances son los que tenemos ahora, si los comparamos con cómo dicen que se hacía antes el proceso de sellar las quinielas, loterías primitivas y bonolotos.

Los boletos eran parecidos a los que hay actualmente, pero de un papel amarillento y de peor calidad. La principal diferencia es que estaban divididos en tres partes y doblados en forma de Z. En la hoja superior es donde se escribían las distintas X en los casilleros, la hoja del medio era un papel de carbón negro que servía para que se calcara en la hoja inferior una copia que serviría como resguardo.
Había que tener especial cuidado de que las tres hojas estuvieran perfectamente alineadas antes de empezar a escribir para que este calco se hiciera correctamente y cada X quedara en su sitio en la hoja inferior.

También había que rellenar en el propio boleto unos recuadros con tu nombre y tu dirección completa. Hace más tiempo todavía, en el caso de las quinielas, para marcar un uno había que escribir un 1 en el cuadro correspondiente, para la equis una X y para el dos un 2. No valía marcarlo todo con X como ahora.

En el puesto de loterías, administración, estanco, etc. entregabas el boleto y comprobaban "a ojo" que estaba correctamente relleno. Separaban las tres partes. La hoja central de carbón era para tirarla, pero por mucho cuidado que tuvieran al tocarla y especialmente si manejaban muchas a lo largo del día, allí había tizne negra para todos.

A continuación cogían un sello, que para pegarlo era necesario humedecerlo como los de las cartas. Tenían las típicas esponjas húmedas, que hacían buena pareja con la negrura del carbón. Ponían las dos hojas, original y copia, una junto a otra, y le pegaban el sello cubriendo parte de las dos, con la correspondiente numeración repetida. Este sello una vez pegado se partía por la mitad y tú te quedabas con la copia como resguardo y ellos con el original.

Este original debía de ser enviado a la sede de la Organización de Loterías en Madrid. El plazo de entrega finalizaba varios días antes para que le diera tiempo a llegar a todos los boletos de todas partes de España.

Una vez pasado el sorteo o los partidos de fútbol, había que hacer el escrutinio para encontrar los boletos premiados y calcular la cuantía de los premios. En los telediarios aparecían imágenes de unas máquinas con todos los boletos apilados que trabajando día y noche también tardaban su tiempo en revisarlos todos. Anteriormente lo harían a mano.

Para reclamar los premios comprobaban la numeración correlativa de los sellos y a partir de cierta cantidad localizaban el original y lo comparaban cuidadosamente.

A finales de los años 80 o principios de los 90 del siglo pasado empezaron a usar papel autocopiante como el de los talonarios de facturas, prescindiendo por fin de las hojas de papel de carbón. Los sellos también se sustituyeron por unas voluminosas máquinas que imprimían en los boletos una numeración y algo parecido a un código de barras. Los originales se seguían enviando físicamente a Madrid.

No mucho tiempo después se empezó a implantar el sistema telemático actual, que ofrece una gran velocidad y permite generar apuestas automáticas, entregar tickets como resguardo, comprobar premios rápidamente o jugar muchas veces con el mismo boleto sin volver a rellenarlo. Todo son ventajas, sobre todo para los que no jugamos nunca a este tipo de cosas.

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