Cinco años con Linux. Todo un placer

Allá por el año 2014 acabó el soporte técnico de Windows XP, y esta fue la oportunidad que elegimos para empezar a usar Linux. Si antes no lo habíamos hecho fue por flojera, no hay otra excusa. Estuvimos probando varias distribuciones y nos decidimos por Ubuntu aunque con el escritorio KDE que nos parecía mucho más personalizable y con un funcionamiento muy rápido. Los años han pasado y la experiencia nos sigue pareciendo todo un éxito.



Era un experimento. Podíamos haber vuelto a Windows en cualquier momento. Pero desde el principio vimos como el ordenador empezó a funcionar mucho mejor que antes, y con realmente poco esfuerzo pudimos continuar haciendo las mismas tareas usando programas alternativos. Así que no hubo vuelta atrás.

Ubuntu 14.04 Trusty Tahr
La distribución de Linux que instalamos en su momento fue Kubuntu 14.04 y hemos podido disfrutar a lo largo de varios años de un funcionamiento magnífico. En poco tiempo ya disponíamos de los programas más habituales y nos acostumbramos rápidamente a las diferencias en la forma de trabajar que pudiera haber. No echamos de menos a Windows para nada. En aquella época los sufridos usuarios de Windows 8 se llevaban enritaciones porque no encontraban el menú de inicio o porque no podían apagar el ordenador apretando el botón. Mientras tanto aquí con Linux buscando solución a otros problemas solucionables, pero aprendiendo y sacando partido a todas las prestaciones del ordenador.

Una diferencia importante ha sido no tener que usar un antivirus. Acostumbrado a la omnipresencia en Windows del Avast o del Nod32 y su aparente sensación de seguridad, aquí en Linux parece que faltaba algo. Al principio todo el día asustado y preguntado en los foros si de verdad de verdad que no hay que buscar un antivirus. La experiencia a lo largo de estos cinco años ha demostrado que las actualizaciones constantes del sistema, una configuración de seguridad normal y unos hábitos de uso medianamente responsables son suficientes para que no ocurra ningún desastre. Por supuesto tener copias de seguridad por si ocurre. Esperemos que siga siendo así dentro de otros muchos años.



Las actualizaciones como decimos son constantes. Al principio del ciclo de vida de la versión de la distribución que estés usando las hay día sí día también. Sale la advertencia, pulsas el botón y listo. Rara vez hay que reiniciar, y reinicias cuando quieras, luego más tarde. Nos reímos del cartel de "Preparando Windows, no apague el equipo" que de vez en cuando nos aparece en el trabajo por sorpresa y si le tocas sin querer nos tiene un cuarto de hora a media mañana de brazos cruzados.


Nos costó trabajo entender al principio que los programas del Centro de Software rara vez se actualizan. La mayoría nunca. Unos cuantos importantes sólo rara vez. Y algunos muy importantes como el navegador sí se actualizan constantemente junto con el resto del sistema. Intentábamos actualizar Blender por todos los medios y hubo que descubrir que esto se hace añadiendo PPA's o simplemente descargando los archivos y ejecutándolos en un subdirectorio de nuestro directorio personal. Sencillo pero potencialmente inseguro. Si hacemos esto con cualquier programa que vayamos encontrando por internet ya podemos perder la garantía de seguridad que tenemos en Linux, aunque las consecuencias en todo caso serían menos graves que en Windows.

De todas formas la necesidad de instalar muchos programas en el ordenador es cada vez menor. La modernización de los lenguajes de programación ha hecho posible que haya aplicaciones web para hacer casi todo desde dentro del navegador. Desde convertir formatos de archivo a editores de imagen completos. Ya no hace falta ir a Softonic y descargar programas acompañados de virus y spayware, o sobrecargar nuestro Windows en el mejor de los casos. Ahora basta entrar a determinadas páginas web para poder hacer de todo sin instalar nada. Por supuesto todas funcionan en Linux.

Muchas personas no se deciden a usar Linux porque creen que no van a poder jugar. Es cierto que algunos de los juegos más "estelares" no tienen versión para Linux, y que la tienda de Steam aunque está avanzando mucho tiene un catálogo bastante reducido. Pero las posibilidades de jugar en Linux son muchas y variadas. Muchos juegos de Windows se pueden poner en marcha usando Wine y Play on Linux con poco esfuerzo. También se pueden usar emuladores de todo tipo para ejecutar con seguridad y estabilidad miles y miles de juegos antiguos pero muy buenos de las consolas o de MS-DOS con DOSbox. Y por supuesto los juegos en el navegador de Internet. En resumen: que desde que usamos Linux estamos jugando más que nunca. Con la seguridad que ofrecen los emuladores tenemos la tranquilidad de que ninguna instalación nos va a averiar el windows. Así que estamos instalando y probando de todo. La lista de juegos no se acaba.


Con el paso del tiempo nuestro Kubuntu 14.04 se fue quedando antiguo. Las actualizaciones ya eran menos frecuentes y no se añadían características nuevas. Ya había salido la versión 16.04 y hubiera sido momento de ir cambiando. Pero todo funcionaba tan bien que nos hemos permitido el lujo de no hacerlo. El ordenador seguía arrancando igual de rápido y la navegación por los directorios no se ralentizó de forma alguna. Los programas funcionaban con normalidad y sólo observamos defectos mínimos como no poder cambiar el tema de cursores en los últimos tiempos o que de vez en cuando desaparecían algunos iconos del escritorio. Una salud envidiable para una instalación de más de cuatro años.


Pero alguna vez había que modernizarse, antes de que llegara el fin del soporte técnico. El año pasado dimos el salto a la versión 18.04 y todo fue mucho más sencillo de lo esperado. Teniendo copia de seguridad de todo y guardando algunos datos clave como el perfil del navegador, la migración está hecha en un rato. Actualmente seguimos usando Kubuntu 18.04 aunque lo hemos personalizado con elementos de versiones anteriores como el tema de iconos Oxygen que son totalmente escalables y tienen un estilo magnífico al que no queríamos renunciar.

De entre las novedades de Ubuntu que no estábamos disfrutando anteriormente, esperábamos empezar a usar los paquetes Snap. Es una tecnología que permite instalar programas de forma menos intrusiva en el sistema y facilitando sus actualizaciones. Pero la realidad es que apenas los estamos usando. Por un lado tenemos menos necesidad de instalar programas gracias a las aplicaciones web, y por otro lado vemos que las actualizaciones todavía no están completamente integradas en el sistema y a veces no se hacen. Seguimos usando con más facilidad los paquetes appimage, aunque siempre desde sitios de total confianza.



Por lo tanto, esperemos seguir usando Linux durante muchos años más. Nada de volver a Windows. En este tiempo hemos renovado el ordenador, y con lo que hemos ahorrado en la intangible licencia de Windows hemos podido comprar hardware un poco mejor que sí estamos disfrutando cada día. Podemos hacer de todo aunque los programas sean diferentes y aunque a veces haya que buscar un poco y Google nos ofrezca resultados de hace 11 años sin despeinarse. El uso de los equipos de sobremesa se va reduciendo gracias a los teléfonos móviles e incluso a los televisores inteligentes, y Linux nos está ofreciendo un resultado excelente en todo caso.

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