Reciclando cafés

Hace unos días, estuve hablando con un familiar que es diabético, y me comentaba que cuando toma un café con leche por supuesto no le puede echar azúcar, pero tampoco le echa sacarina, porque le parece demasiado dulce. Prefiere tomárselo tal cual.


Esto le ha hecho descubrir, o confirmar, una situación peculiar que se produce en bares y cafeterías. El caso es que muchas veces después de pedir un café, al empezar a tomárselo ha encontrado un dulzor característico, o incluso algún grano de azúcar, que no debería de estar ahí, porque recordemos que no le ha echado el sobre de azúcar ni ningún tipo de sacarina.

La conclusión es obvia. Han cogido la taza con el resto que se dejó el anterior cliente y sin lavar ni nada simplemente la han rellenado y se la han puesto al siguiente. Normalmente los que tomamos el café con azúcar, o sacarina en polvo, difícilmente nos vamos a dar cuenta de este procedimiento ¿habitual?, que él ha podido comprobar en establecimientos de diversa categoría. No es plan de ponerse a discutir con el camarero por algo que vale un euro. Cerrar los ojos y para dentro, lo que no mata, engorda. Por lo menos la cuenta de resultados del local.

Foto: (cc) mariosp en Flickr
Temas relacionados: Una tira un euro, el negocio del azúcar

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