El Space Rail

Hoy vamos a hablar de juguetes y de laberintos en pleno mes de marzo. Nos atrevemos a probar este invento extraño que nos ha resultado más curioso de lo que hubiéramos podido imaginar en un principio.


No es para nada algo novedoso. Recordamos haberlo visto a principios de los años noventa en las jugueterías de "Todo a 999 pesetas" que abrían para la temporada de Reyes. Después en internet es fácil de encontrar en las tiendas orientales y occidentales. Pero al ser un objeto voluminoso y relativamente pesado no se puede pretender que te lo envíen gratis y el precio resulta un poco caro para lo que es. Nunca nos habíamos planteado comprarlo hasta que ha aparecido en una tienda física del centro de Ronda por un precio asequible por debajo de los diez euros. Había que probarlo. Por muy mal que hubiera salido la cosa, para algo hubieran servido las varillas y el motor.



Se trata del Space Ball o Space Rail. Parece que se conoce por los dos nombres a la vez. Es uno de tantos juegos de laberintos de canicas formado por unos circuitos de raíles que conducen bolas de acero de forma controlada desde lo alto a la base del circuito. Lo interesante está en que un elevador mecánico vuelve a llevar las bolas hasta la cumbre para cambiar de circuito, dos en este caso, y repetir el proceso de forma continua e hipnótica.


Es un juguete recomendado para mayores de 15 años. Es posible que los niños de esta edad ya tengan mejores cosas en qué pensar. Y también es posible que esto sea porque el montaje sea a su vez otro laberinto. Antes de abrir la caja pensábamos en tubos de plástico tiesos imposibles de emparejar o en bolas cayendo continuamente al suelo. Teníamos serias dudas de poderlo finalizar con todas las revueltas y obstáculos que vienen en las fotos. Pero una vez desempaquetados los distintos elementos y siguiendo las instrucciones, el proceso de montaje es entretenido y relativamente sencillo. Se consigue terminar de construirlo y ponerlo en marcha sin grandes complicaciones.


El manual de instrucciones viene muy bien detallado con fotografías y dibujos. Las indicaciones están más o menos traducidas al español y los pasos a seguir son muy concretos y precisos. Es buena idea repasarlo entero antes de empezar para hacerse imaginar del proceso de montaje, que es bastante extraño. En primer lugar habrá que construir el elevador ensartando piezas en las varillas y acoplándolos al motor y a las bases. Esta tarea es muy sencilla, así como la siguiente de ensamblar las pinzas o garras que luego sujetarán los raíles. A continuación habrá que montar las diferentes columnas o varillas con el número necesario de pinzas que van a tener en cada posición. Cuidado con no doblarlas porque son tubos metálicos bastante finos.
Después llegamos a la tarea más delicada de colocar los raíles. En la caja viene un único rollo de diez metros de tubo blanco de plástico que habrá que cortar con las medidas exactas que hay en las instrucciones para cada tramo. Tendremos que colocarlo alcanzando las diferentes varillas y pinzas de una forma aproximada a como se ve en las fotos y en los diagramas. Es más fácil de lo que parece.


Por último habrá que ajustar los raíles para que la bola no se caiga y llegue hasta el final. Las pinzas son articuladas y permiten mucho movimiento, después se aprietan con una llave para que se queden fijas. Este es un proceso realmente entretenido donde con paciencia habrá que ir ajustando las pendientes, las curvas, los peraltes y la separación entre raíles usando traviesas adicionales. Empezaremos desde lo alto y veremos como poco a poco la bola va rodando cada vez mejor por el circuito sin caerse hasta llegar abajo a la base del elevador. Habrá que repetir la tarea para cada tramo y ocasionalmente reajustar los anteriores en lugares donde se estorben.



Lo más difícil puede ser dar forma al bucle que hay en el centro del recorrido para que la bola sea capaz de atravesarlo sin caer ni perder impulso. Es una tarea de prueba y error. Hasta que salga bien. También costó trabajo alinear los tres balancines que trae este juego para que la bola vaya cayendo de uno a otro. Hubo que reforzar los ejes con un trozo de celo para que entren más a presión en las guías y no se aflojen con los impactos.



Una vez terminado todo, lo que queda es solo mirarlo. Enciendes el elevador y las bolas empiezan a rodar de forma perpetua, o hasta que se acabe la pila. El conjunto tiene un aspecto bastante robusto y se puede trasladar sin miedo a que se desarme. Otro artilugio más para ocupar sitio en casa.


Se podría desmontar con facilidad sin dañar nada y guardarlo, pero habrá quien se atreva a dar el próximo paso y diseñar sus propios circuitos acumulando piezas de diferentes cajas. El inconveniente más grave puede ser que los tramos de raíl ya están cortados y si los necesitamos de otro tamaño habría que unirlos. En una bolsa vienen varios conectores a tal efecto, pero no vemos el proceso demasiado práctico. Igual en las ferreterías hay tubos de plástico que salen hasta baratos. Quien tenga sitio, tiempo, dinero y santa paciencia puede llegar a hacer cosas como esta...



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