Máquinas de escribir gigantes en China y Japón

Los lenguajes orientales como el chino o el japonés -con todas sus variantes o dialectos- se caracterizan por escribirse usando una cantidad enorme de caracteres o símbolos. Para mecanografiar documentos en estos idiomas, si pensamos en tocar una tecla para cada letra tendrían que usar teclados enormes de este estilo.

La informática lo puede simplificar todo. La realidad es que los teclados de ordenador en estos países tienen una disposición QWERTY parecida a los que usamos aquí y un número de teclas similar. Para conseguir sus caracteres orientales escriben una especie de transcripción fonética y un software de autocompletado parecido al de los móviles les ayuda a seleccionar el símbolo que están buscando.

Pero queríamos ir más allá y encontrar teclados grandes de verdad. Las máquinas de escribir no pueden tener ninguna magia de autocompletado. Y los chinos no iban a estar escribiendo todo a mano hasta que inventaran los ordenadores. Así que tuvieron que usar alguna vez máquinas de escribir.

Encontramos máquinas como estas. Las siguientes fotos sí son reales.

Durante el siglo XX aparecieron gran cantidad de máquinas de escribir en los países orientales. Cada una de ellas usaba mecanismos muy diferentes para manejar estas grandes cantidades de caracteres. Hubo muchos experimentos de las compañías tecnológicas de la época como IBM, pero entre las más populares en China estuvo la Double Pigeon, que podía trabajar con unos 2500 caracteres diferentes. Los nombres son en inglés porque las patentes eran de Estados Unidos.


En este vídeo se puede ver una de ellas en funcionamiento. El operador tenía que conocer muy bien la posición de los caracteres en el array para mover los mecanismos y llevarlos uno a uno hasta la zona de impresión. Escribiendo podían alcanzar velocidades de unos 40 caracteres por minuto. Luego fueron perfeccionando cuidadosamente el lugar donde se colocaba cada caracter y disponiendo los que se usaban frecuentemente juntos en posiciones más próximas. De esta forma les resultaban más fácil de memorizar las posiciones y consiguieron un aumento de velocidad de escritura importante. A su manera, esta fue una primera aproximación al autocompletado, sin ordenadores.


Esta otra máquina de Toshiba tenía el mismo problema para gestionar una cantidad enorme de caracteres en japonés. Podía escribir unos 1172 símbolos diferentes, pero su funcionamiento es aparentemente menos aparatoso que la anterior con ese rodillo giratorio.

Estas son unas de tantas maravillas mecánicas que ya han desaparecido gracias a la simplicidad visual y la limpieza de la informática. Ahora la complejidad está dentro de los microprocesadores con miles de millones de circuitos en un espacio ínfimo.

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