Ronda 2175

Con ayuda de la inteligencia artificial, vamos a viajar por el futuro hasta Ronda en el año 2175. Una población que se ha ido modernizando a la fuerza con el paso de lustros y decenios, pero que sigue teniendo las mismas preocupaciones, necesidades y prioridades de siempre.

Calendario holográfico de Enero de 2175

 

En la antigüedad las ciudades se construían en sitios donde había fuentes con abundante agua. Pero en el caso de Ronda su ubicación se eligió para aprovechar las oportunidades de defensa que ofrecía su elevación sobre el Tajo. Por lo tanto, durante siglos la población no tuvo apenas agua. Sucesivamente a lo largo de la historia se recurrió a rudimentarios acueductos que nunca funcionaban bien. La solución más estable la trajo la ingeniería moderna allá por la segunda mitad del siglo XX, hace unos docientos años. Entonces se excavaron pozos de gran profundidad en la Sierra de las Nieves y Ronda pudo disfrutar de agua en abundancia y calidad durante más de un siglo. Pero lo que había solucionado la técnica lo desbarató el cambio climático. Fue en concreto a partir de la gran crisis de sequía de los años 2060 cuando se empezó a extraer agua de forma intensiva desde el lado sur de la Sierra de las Nieves para abastecer a la Conurbación de la Costa del Sol. Por tratarse de captaciones a mucha menor altura, en la práctica podrían dejar el acuífero seco si quisieran. Menos mal que Ronda puede conservar por ley un caudal mínimo para consumo humano. De todas formas, esta garantía de suministro se vuelve insuficiente en determinados momentos del año, y no tiene en cuenta el consumo a las pequeñas poblaciones que también tienen que beber. Para ello el Ayuntamiento construyó en varias etapas los depósitos o cisternas que conocemos en el Valle de los Linarejos. Con ellos se puede mantener el suministro de agua para la población por un tiempo prudencial, independientemente de que la Costa del Sol abra el grifo cuando quiera y de forma fáctica deje la Sierra seca. La colonia rural de Igualeja Alto Genal también construyó en su momento otro depósito conectado a los anteriores con la misma función aunque de menor tamaño. 

Una cisterna de agua en la Sierra

Como se ha visto en ya demasiadas ocasiones, otra utilidad importantísima de estos depósitos ha sido la activación de la red de nebulizadores rápidos para evitar la propagación de los incendios forestales en los bosques de la Serranía. De esta forma se han podido frenar a tiempo todos los incendios del último siglo, incluso los patrocinados por grandes empresas madereras y mineras que están muy bien planificados y podrían dar lugar a desgracias importantes. La lucha del Ayuntamiento y del consorcio de colonias rurales ha sido incansable para mantener en funcionamiento los depósitos. Siempre ha habido intentos de saqueo, pero el más elaborado de todos fue el protagonizado por la urbanización Luxury Towers Estates de Benahavís. A partir de la construcción de los depósitos Linarejos 3 y 4, se observaba que se perdía agua tanto de estos como del recién inaugurado en Igualeja. En un primer momento se pensó en un defecto de construcción por haber usado un nuevo material de recubrimiento. Pero rápidamente se investigó y se averiguó usando una técnica de radioisótopos que el agua perdida aparecía en las piscinas de la urbanización de Benahavís. Se tardó varios años en poder demostrar todo y hacer una acusación, porque no se filtraba el agua constantemente sino sólo en los momentos de más escasez o cuando había sobrepujas en las desalinizadoras. Habían construido un conducto a gran profundidad usando microtuneladoras automáticas que comunicaba el canal subterráneo entre los tres depósitos afectados y agregaba el caudal robado a uno de los colectores de suministro de agua de ese sector de urbanizaciones. Fue preciso usar sofisticadas técnicas de georadar para encontrar el trazado de la tubería. Las autoridades regionales no pusieron interés hasta que en el verano de 2107 se inició un incendio forestal patrocinado por una filial de la Natural Woods Corporation donde los nebulizadores no pudieron funcionar adecuadamente. Se vio que podía llegar a los pinsapos y se decidió encargar un sembrado de nubes de urgencia para provocar una tormenta. Durante la madrugada se descontroló y derivó en pedrisco, que causó daños materiales en la Costa del Sol. El colectivo de bomberos forestales tuvo que dar explicaciones hasta en el Consejo del Clima de Euromed. El escándalo fue tal que se investigó a fondo el robo del agua y por fin se tuvieron en cuenta las pruebas aportadas. La empresa dueña de la urbanización tuvo que pedir disculpas, pero el daño ya estaba hecho.

Otro de los expolios relacionados con el agua, más reciente y digno de mencionar, se descubrió algo después, aunque ya llevaban años haciéndolo. Cuando Amadaris Daily Foods fue concentrando la operativa de las cocinas automáticas, instaló en un silo subterráneo cerca de Las Delicias la que fue su primera factoría de procesado intermedio de comida en Ronda. Ahora ya hay tres, y un túnel de irradiación y más maquinaria, pero entonces esta fue la más antigua. Ni siquiera el Ayuntamiento tenía al principio una idea de en qué se gastaba el agua que demandaba la instalación. Ya era totalmente hermética y lo único que se veía era de entrar y salir los típicos tanques de acero inoxidable. Ahí van desde los ingredientes y comida precocinada en remoto hasta comida procesada aquí para entregar a la última fase en los comederos, o los residuos para llevárselos y procesarlos. Muchos tanques cerrados y que a nadie se le ocurra tocarlos o le podrían acusar de terrorismo. Eso ya lo sabemos. El sistema logístico hace una distribución óptima de los recursos para garantizar la preparación de la comida allá donde la deseen. Y lo que también estaba distribuyendo perfectamente bien era el agua. Aquí, donde teníamos más, la iba envasando y la trasportaba a donde hay menos o es más cara porque hay que purificarla. Cuando estalló el escándalo, que por supuesto ocurrió en muchos más sitios, se pudo averiguar que del agua que se usaba aquí para la elaboración de las comidas y bebidas, se gastaba de más y se desviaba una cantidad enorme a otras factorías con menos agua disponible, que por proximidad eran las de los alrededores de Sevilla. Allí hubieran podido presumir de beber refrescos hechos con agua de la Sierra de las Nieves, si lo hubieran sabido, pero mejor que no lo sepan porque otros días será agua de la depuradora. Para arreglar el entuerto, otra vez disculpas y perdones, exceso de celo de la inteligencia artificial que trabajó demasiado bien optimizando los recursos. Pero ni siquiera pagaron multas o indemnizaciones a los afectados por los saqueos. Hubo una campaña enorme de publicidad para que los que ahorráramos agua fuéramos nosotros, los clientes. La condena consistió en empezar a informar a una autoridad independiente sobre el consumo de recursos de las factorías y las cocinas automáticas. Pero la maquinaria es tan inmensa, que ya nos la pegarán por otro lado. Entonces todavía no había grúas espaciales. Ahora sí, el puerto justo al lado de Las Delicias. Y los tanques ya salen metidos en el contenedor de carga. Imagínate todo lo que se podrían llevar sin que se entere nadie.

A pesar de su aislamiento geográfico, Ronda ha sido desde tiempos muy antiguos un valioso nudo de comunicaciones, disponiendo de caminos hacia los cuatro puntos cardinales. Con la aparición de los automóviles en el siglo XX se fueron asfaltando las principales carreteras hacia Sevilla, Guadalteba, Gibraltar y en último lugar a Marbella, por su complicado trazado a través de la Sierra de las Nieves. Pero durante décadas no hubo avances y los automóviles cada vez más modernos -aunque todavía de conducción manual- no podían rodar con facilidad por las carreteras de Ronda. En mucho tiempo no se construyeron importantes puentes ni túneles para eliminar las curvas que todavía conocemos, por lo que se puede decir que el trazado de muchos de los caminos actuales tiene casi tres siglos de antigüedad.
En el cambio de milenio, entorno al 2000, el país se dotó de una amplia red de carreteras de buenas prestaciones con estructura estándar de cuatro carriles y trazados más rectos, pero Ronda quedó apartada de los trayectos entre grandes ciudades y por aquí nunca pasó ninguna de ellas.

El Puente de Alto Genal

La única carretera que con posterioridad ha tenido ciertas mejoras ha sido el eje entre Sevilla y la Conurbación de la Costa del Sol. Por los acuerdos que tenía el estado con Amadaris para el abasto, esta vía tuvo cierta importancia a finales del siglo XXI para unir las zonas antes mencionadas, ya que los diferentes ferrocarriles que existen van todos en dirección transversal. Del último tercio del siglo XXI son el túnel de Los Frontones en el tramo Ronda-Olvera, y, en la Carretera de Marbella, los túneles de Sierra Blanca y El Madroño junto con el bonito puente que se extiende entre ambos. Como curiosidad, el tramo alternativo a esta infraestructura que está abierto sólo para conducción deportiva transcurre por las curvas de la antigua carretera. El trazado de todo el recorrido era completamente tortuoso y entonces se eliminaron algunas de las curvas más cerradas. Esta carretera, que es la única que nos queda, dista mucho de ser funcional para alta velocidad y de estar a la altura de las que disfrutaron durante el pasado siglo en el resto del país. Aunque nos dé miedo de reconocerlo, sigue abierta y bien mantenida sólo por motivos estratégicos. Si alguna vez hubiera un desabastecimiento, nos acordaríamos de ella.

De las otras carreteras poco hay que decir. El Plan de Racionalización de 2132 les quitó su función y si ya entonces estaban congeladas en el tiempo, ahora lo están todavía más. Por seguridad tienen el mantenimiento justo para que no se hundan los puentes. La carretera en dirección a Gibraltar recibe unos cuidados más esmerados por su interés paisajístico, pero el recorrido no ha cambiado ni un milímetro por este mismo motivo. La antigua carretera en dirección a Gobantes y Ardales fue usada durante dos siglos para ir a Málaga cuando era nuestra capital burocrática. A pesar de que tenía un intenso tráfico y de que se usaba para viajes importantes como ir a los hospitales, nunca tuvo mejoras realmente significativas para acortar su trazado. Ahora está convertida en un camino vecinal y como casi nadie la usa para ir a los despoblados del Guadalteba, en muchas épocas del año está invadida por los jaramagos.

En la Serranía, del entramado de caminos que une las distintas colonias rurales, muchos de ellos eran las carreteras comarcales y locales que unían los pueblos. Eran mantenidas por las antiguas Diputaciones Provinciales. Para asuntos de los seguros y las normas de tráfico eran iguales que cualquier otra carretera. Durante dos siglos estuvieron cuidadas y tenían sus señales de trafico, alcantarillas, cunetas, etc. La imagen de ver a los paisanos serranos conduciendo sus automóviles manuales por aquellos laberintos de curvas asfaltadas parecería como un videojuego clásico o un mundo de juguete. Pero entonces eso era lo que había. Igual para dar un paseo que para una ambulancia. Hay que apuntar que en esa época ya existían los helicópteros ambulancia, pero solo se usaban en situaciones de extrema gravedad. Ahora nos encontramos con una red de caminos rurales muy fragmentada porque le damos menos uso y poco a poco se van perdiendo entre grandes fincas cerradas y aisladas.

Así conducían coches en la antigüedad

Ronda fue la impulsora de la construcción de una línea de ferrocarriles de vapor entre Algeciras y Antequera allá por el siglo XIX. Durante más de ciento cincuenta años fue el único ferrocarril del puerto de Algeciras. Esto garantizó su continuidad y un mantenimiento mínimo, aunque siempre estuvo muy atrasado con respecto al resto del sistema ferroviario del país. De hecho, para cuando la línea llegó a ser electrificada, ya mediado el siglo XXI, la tecnología que estaba a punto de implantarse en toda la red era la asistencia magnética. Toda una generación por delante.

La finalización de la línea de la Costa del Sol hasta Algeciras y la construcción del enlace entre el Campo de Gribraltar y Sevilla por esas mismas fechas hizo temer entonces más que nunca por la supervivencia del antiguo trazado ferroviario que atraviesa los barrancos de la Serranía. Pero la historia nos reservaba un avance importantísimo que para bien o para mal llenaría de trenes nuestro paisaje durante muchas décadas.

El 28 de febrero de 2064 quedó marcado en las historias de Europa y de África como el día en que se abrió definitivamente el túnel submarino bajo el Estrecho de Gribraltar. Tras un primer intento fallido hubo que esperar un año para que los trenes de alta velocidad, ahora sí, enlazaran sin interrupciones ambos continentes. Poco después se abrió el otro sistema de túneles en Sicilia, pero, como bien es sabido, los movimientos sísmicos han comprometido constantemente su seguridad. De esta forma nunca ha podido competir ni en velocidad ni en fiabilidad con el paso de Gibraltar.

Por lo tanto, a la estación Puerta de África en las vegas de Tarifa llegaban ya tres líneas de ferrocarril. La de la Costa del Sol con sofisticados trenes de viajeros dispuestos a vivir aventuras y safaris. La conexión con Sevilla a través de las Cabezas de San Juan, equipada con la última tecnología para hacer rodar trenes de todo tipo a velocidades cercanas a los 500 kilómetros por hora. Y la nuestra, que al igual que las otras ya tenía asistencia magnética, pero por la dificultad de su trazado y por ser vía única en la mayor parte del recorrido sólo permitía alcanzar los 350 kilómetros hora en tramos muy puntuales, y un promedio que pocas veces superaba los 200.

Para mejorar los tiempos de viaje, se construyó la variante con doble vía entre La Indiana y Setenil. De esta forma se evita el sinuoso trazado de subida a Ronda, que en forma de ramal pasó a estar como lo conocemos ahora, con el trenecito de Arriate y su media docena de paradas intermedias. La otra parte del recorrido antiguo, que continuaba más allá de Las Delicias y transcurría por el norte de Ronda hasta la zona del Puente de la Ventilla, fue desmantelada en aquella época cuando entró en servicio la variante. Después la echaríamos en falta.
Pero una inversión tan costosa en ferrocarriles tenía su trampa. Conforme se fue estableciendo el tráfico ferroviario con con África, rápidamente empezaron a aparecer los trenes grises. De pasajeros había los justos. Mercancías de Amadaris y otras cargas se veían algunos, pero muy lejos de lo que se esperaba en la unión de dos continentes. Lo que sí pasaban sin cesar eran muchos contenedores iguales sin nombre. Al principio era un secreto a voces, pero algo los delataba. Cuando bajaban llenos estaban bien cerrados y apenas olían. Cuando subían vacíos, plegados y apilados de cuatro en cuatro, tampoco tenían que oler, pero sí olían. Se ve que la línea de altas prestaciones que rodea Sevilla y la central de clasificación de Amadaris con sus bonitos trenes amarillos no era un lugar adecuado para soportar el tráfico de trenes cargados con desperdicios y residuos industriales de media Europa.

Los largos trenes grises camino de África

En todas las secciones del recorrido había alguna vía un poco más discreta para soportar el paso de estas largas hileras de contenedores y cisternas grises sin que se vieran mucho desde las grandes ciudades. Por supuesto hubiera sido una barbaridad meterlos por la superpoblada Costa del Sol, así que aquí estábamos nosotros para verlos pasar. En todos los lugares afectados hubo protestas, pintadas, denuncias, etc y por supuesto nada cambió. Si acaso, que perfeccionaran los procedimientos y los vagones se limpiaran mejor. Ya realmente no olían como al principio. Todo es acostumbrarse.

Otra de las mercancías que más uso hicieron del paso de Gibraltar fueron los productos cárnicos congelados. Tras la prohibición de la ganadería intensiva en Europa, los europeos seguían comiendo lo mismo, así que de algún sitio tendría que venir. En Ronda apenas tuvimos oportunidad de ver pasar estos rápidos trenes frigoríficos, ya que les resultaba especialmente útil el enlace de alta velocidad con Sevilla, y de ahí para arriba todo bueno también.

De esta época de finales del siglo XXI podemos destacar otro proyecto ferroviario que más que un medio de transporte funcional fue una curiosidad, una atracción turística, o un experimento destartalado. Se trató de una especie de montaña rusa que comunicaba el este de Ronda con un lugar próximo la la Colonia Rural de Tolox, en la Sierra de las Nieves. Con una longitud de unos 28 kilómetros prometía unir nuestra ciudad con el entramado vial de la Conurbación del Valle del Guadalhorce en menor tiempo que usando las desastrosas carreteras. Tenía un trazado bastante recto, pero con muchos altibajos a través de estos agrestes paisajes. Estaba conformado por una estructura de vía monolítica de dos o tres raíles sobre pilares metálicos a una altura de pocos metros. De esta forma apenas tenía trincheras, y por supuesto ni puentes altos ni túneles. Eso ya era mucho pedir. Los trenes eran minúsculos, para uso exclusivo de viajeros. Funcionaban con un curioso sistema de poleas y cremalleras. Cuando iban cuesta abajo corrían bastante. Hacían el camino de ida en 25 minutos y el de vuelta en unos 40. Pero, como se puede suponer, no eran nada prácticos. Aunque el recorrido estaba diseñado para no tener grandes aceleraciones, ponía a prueba el estómago de todos los pasajeros. La baja rentabilidad para la empresa italiana que lo construyó y las dificultades del mantenimiento hicieron que estuviera en funcionamiento apenas diecisiete años. Fue desmontado y por la sierra todavía se pueden encontrar algunos de los cimientos de los pilares.

La vía del trenecito de Ronda a Tolox

Las grúas espaciales todavía eran un invento futurista exagerado, así que en esta parte del mundo el ferrocarril -el de verdad- estaba en todo su apogeo. Por buenas carreteras que hubiera en otros sitios, el tren multiplicaba por tres la velocidad. Aquí era todo más lento, pero Ronda ya se sentía bien comunicada con el mundo. Mejor no pensar en lo que llevaban dentro, pero había un tráfico de trenes incesante. También esa fue una época de relaciones muy buenas con Cádiz y Huelva. La estación de La Indiana era un sitio espectacular y durante muchos años fue la puerta que tenía Ronda para salir y viajar al futuro. Pero nada es para siempre.

Entrados ya en el siglo XXII, seguía habiendo protestas en Europa por el tema de los residuos. Los países del norte de África felizmente también fueron prosperando y estos trenes grises cada vez tenían destinos más lejanos. Debían de atravesar más territorio y allí causarían las mismas molestias y el mismo rechazo que aquí. En un principio se dudaba de si habría sido un accidente, para luego ir aclarando que fue un sabotaje, aunque no provocado por quien todos pensaban. El 12 de agosto de 2129 hubo un incendio y posterior explosión en varios de los vagones cisterna de uno de estos largos trenes. Esto provocó el derrumbe parcial de uno de los túneles del Valle del Guadiaro y afectó también a un puente ya que al menos dos de los vagones que iban detrás cayeron al río. No hubo daños personales porque era un tren automático, pero la vegetación de rivera y las captaciones de agua tardaron años en recuperarse completamente. Los restos del tren siniestrado se quedaron sepultados durante décadas en el túnel, que fue clausurado con espuma de hormigón. Mejor no preguntar que llevaba. La insistencia de los ayuntamientos afectados consiguió que la investigación no se cerrara y que tras muchos años se haya podido acusar al culpable. Una de las principales empresas que operaba estos trenes sucios veía más rentable el trayecto por las vías de alta velocidad del Guadalquivir, y esta fue la forma definitiva de evitar que le obligaran a pasar lentamente por nuestra Serranía. Ha sido en épocas más recientes cuando se ha conseguido que saquen los restos del túnel y que se empiece a estudiar la reparación de los daños. Pero la empresa responsable se diluyó hace décadas llevándose beneficios y fianzas. En el momento del accidente faltaban apenas tres años para el Plan de Racionalización Urbana Sostenible y ya se tenían claras las consecuencias. Ronda no iba a tener derecho a mantener un ferrocarril directo, así que ni se plantearon en arreglar el desastre. Las otras ciudades más grandes ya tenían sus vías por otros sitios y no necesitaban para nada pasar por Ronda y sus barrancos. Más allá de los túneles del Guadiaro, la vía pasa por lugares bastante despoblados a causa de la contaminación química, y la infraestructura apenas ha recibido mantenimiento, así que mal vamos.

Un gran logro fue conseguir que no desmantelaran la línea que queda hasta Antequera, y que no hayan llegado a llevarse los dispositivos de asistencia magnética de las vías, aunque cada vez son menos los trenes que los usan. Al igual que en las carreteras viejas, hay un mantenimiento mínimo estratégico para que no se hundan los puentes. Pero la idea de un servicio de ferrocarril ofrecido por el Estado se acabó en ese momento. El Ayuntamiento intenta que la vía esté en buenas condiciones, al igual que el tramo de Arriate que sí usamos como transporte urbano. Han habido varios intentos de ofrecer el servicio hasta Antequera por parte de compañías privadas, pero siempre han abandonado por ser poco rentable. De esta forma, el ferrocarril se quedó para servicios discrecionales de viajeros, para los trenes turísticos de lujo o para algún mercancías que transporte algo muy concreto como cargas de cereales de nuestros campos. Amadaris ya apenas usa el tren desde que desplegó sus puertos para las grúas espaciales.

Una curiosidad que reapareció entonces fueron los trenes de vapor, que llegan hasta la antigua estación de Cortes de la Frontera. A modo de atracción turística y experimento de coleccionistas que se preocupan de repararlos y cuidarlos. Pueden circular a su ritmo sin entorpecer a nadie en este ramal prácticamente aislado. Con asientos de tablillas de madera y una tizne que tu ropa no puede auto-limpiar, son una atracción pintoresca. Cuando la gente lo pide hay algunos que llega hasta el nudo ferroviario de Antequera. Entran en la modernísima estación pitando y echando humo. Nos permiten servir de enlace hasta allí y no haber perdido completamente el contacto con Málaga Capital por este medio. Pero hacen la broma de que a Málaga son nueve minutos y a Ronda noventa y nueve. O más.

Tren de vapor junto a casa de campo actual

En ello estamos. Los ciudadanos de Ronda queremos que reparen los desperfectos en el Valle del Guadiaro y que vuelva a haber una línea de ferrocarril que nos permita llegar a Puerta de África. De esta forma volveríamos a tener movilidad por tierra hacia los cuatro puntos cardinales. No sabemos si alguna vez se conseguirá. Mientras más tiempo pase, peor.

La principal revolución del transporte en todo el mundo en este siglo XXII han sido las mal llamadas grúas espaciales. Han hecho que pierdan importancia los camiones, los trenes y hasta los barcos. De esta forma, las carreteras, las vías y los puertos marítimos cada vez se usan menos. Si llega a haber sido ahora, no se hubiera construido el túnel de Gibraltar. Si acaso, siguen siendo prácticos los largos túneles bajo Los Alpes o El Himalaya, pero poco más. La infraestructura viaria existente se sigue conservando por seguridad. Pero su uso se limita a trayectos muy cortos o sencillamente para paseos turísticos. Y un lugar tan aislado como es Ronda, ahora está aceptablemente bien comunicado con París o San Petersburgo.
La idea es simple, y la técnica complicadísima. Los avances en cordelería de altas prestaciones y en mecanismos de sustentación han hecho posible que las naves de carga vuelen a gran altura, en algunos casos rozando la estratosfera. Las operaciones de izado y descenso de los contenedores se hacen a alta velocidad y con gran precisión. De esta forma se optimiza muy bien la organización logística y se necesita muy poca infraestructura en tierra, así que en cualquier sitio se puede instalar un puerto de grúas espaciales de los más sencillos.

Un carguero estratosférico

El desarrollo técnico en este campo se fue perfeccionando desde principios de siglo y fueron los grandes puertos de contenedores -incluido el de Algeciras- los primeros en darle uso real. Pero si hablamos de transporte de mercancías estamos hablando de Amadaris, y fue esta gigantesca corporación la que hizo suya la tecnología y terminó de perfeccionar los detalles técnicos que quedaban para implantar su uso a gran escala. En poco tiempo desplegaron su red de puertos y el de Ronda se abrió en 2136, a la par que en el resto de poblaciones pequeñas de la región.

Un puerto de grúas espaciales en el campo

Realmente el puerto de mercancías de Amadaris no fue el primero de Ronda. Casi un año antes se había construido el que tienen en la colonia turístico deportiva de Ascari, al norte de Ronda. Lo usarían al principio realmente pocas veces para transportar por el cielo sus vehículos antiguos, pero ya podían decir que lo tenían. En otras grandes fincas de los alrededores de nuestro pueblo también construyeron desde entonces más de estos puertos de grúas espaciales. Todos figuran en los catálogos de servicio como de uso exclusivamente privado, algunos de ellos incluso no publicitan su localización exacta. En ese tiempo eran sólo para mercancías. Los primeros puertos los decoraban con luces amarillas en movimiento y grandes flechas. Pero realmente no son necesarias. El sistema de grúas sabe perfectamente donde tiene que soltar o recoger la carga. No hay nadie mirando, todo es automático. Es suficiente con una plataforma de hormigón amortiguado y las marcas reglamentarias, que son bastante discretas. En una finca no industrial en medio del campo no van a recibir o enviar más de un contenedor cada vez, pero en los puertos más grandes sí ocurre esto. Nos encontramos con los llamados trenes verticales, que no son más que varios contenedores apilados que suben o bajan juntos. El puerto de Amadaris en Ronda es capaz de manejar hasta cuatro contenedores de la vez. Luego hicieron otra plataforma para otros cuatro, aunque rara vez coinciden. De esta forma el proceso es más rápido y, sin entretener a la nave de transporte, un montacargas en tierra puede formar la torre o terminar de bajar todos los contenedores al suelo.

Tren vertical de contenedores de mercancías

Amadaris cobra tarifas muy caras por usar sus puertos a agentes externos. Aunque es cierto que siempre colaboran en casos de urgencia y que fueron de gran ayuda para la población en situaciones como la fiebre californiana. Pero el Ayuntamiento de Ronda no tardó en construir otro puerto cercano al existente. Ambos se encuentran en un llano por detrás del Cerro de la Pastora, al este de Ronda. Este puerto municipal también puede gestionar hasta cuatro contenedores de una vez, pero en pocas ocasiones se han enviado o recibido tantos, al menos hasta que no empezó el transporte de viajeros por este medio.
Al principio sólo se podían transportar mercancías y existía el miedo constante a que se cayeran, ya fuera durante los movimientos verticales u horizontales. Estaba prohibido que las rutas cruzaran núcleos de población. Desde hace años esto ya no es obligatorio, pero intentan evitar áreas muy pobladas. El tiempo ha demostrado que este transporte es totalmente fiable y ya han aparecido muchos avances de seguridad activa y pasiva que antes no existían. Las cabinas de pasajeros son como un autobús que vuela. No alcanzan alturas tan grandes en el cielo y su ascenso y descenso tiene aceleraciones más contenidas. En algunos casos se exige el lanzamiento previo de un cable guía. Las hay más o menos cómodas y espaciosas según la categoría que cada uno pueda pagar y tienen sus ventajas y desventajas con respecto a los trenes de alta velocidad o los aviones. Pero para nosotros tienen la maravillosa ventaja de que sí llegan a Ronda.

Los primeros viajeros nos visitaron a partir de 2139 y llegaron al puerto público municipal allí mezclados con los contenedores de mercancías y los camiones de reparto. Rápidamente se advirtió la importancia turística de este medio de transporte y se planeó la construcción de un puerto dedicado para viajeros. También se encuentra en el Cerro de la Pastora y tiene una torre de cristal con pasarelas móviles que permite a los pasajeros hacer el embarque y desembarque de una forma mucho más cómoda. Se tardó un tiempo en completar, pero la experiencia es de lujo. Similar a los que hay en las grandes ciudades.

Tren vertical de cabinas de viajeros

Este medio no es práctico para distancias muy cortas. Por ejemplo de Ronda a Málaga se tardan unos treinta minutos, mientras que el viaje a Madrid dura cincuenta. Buena parte del tiempo se emplea en subir y bajar. En el lado contrario, por ejemplo para viajes transoceanicos tenemos el inconveniente de que las cabinas resultarían demasiado incómodas, salvo las de gran lujo que pueden trasportar a muy pocos pasajeros pero resultan especialmente caras. Por la forma en como se gestiona este medio, en las poblaciones pequeñas apenas hay recorridos regulares. En cuanto se alcanza un número de viajeros demandantes, se organiza un viaje y aparece rápidamente un transporte para llevarnos o traernos. Los turistas sí que llegan en trenes verticales repletos y hacen uso de nuestro moderno puerto con vistas panorámicas de Ronda llevándose una muy buena impresión.

De esta forma nos preocupa un poco menos que la carretera siga teniendo muchas curvas o que los trenes no vuelvan a funcionar en condiciones. Para los viajes más largos tenemos este interesante medio de transporte y para los desplazamientos cortos podemos usar gravicópteros, helicópteros y otra variedad de vehículos voladores que de una forma o de otra están disponibles para quien los necesite. En el futuro próximo la tecnología de las grúas espaciales seguirá ofreciendo avances de vértigo como el trasvase de mercancías -y viajeros- en vuelo, trenes verticales cada vez más altos y puertos de clasificación cada vez más sofisticados, varios de ellos a unos pocos minutos de Ronda.

Hasta la mitad del siglo XX por las calles de Ronda andaban los burros y los caballos. Estaría sucio y alguien descuidado se podría llevar una patada. Pero lo que vino después no sería mucho mejor. Tanto caballos como ciudadanos tuvieron que ceder a los automóviles prácticamente todo el espacio disponible. El casco urbano de Ronda era un inmenso garaje. La Calle de la Bola, algo más corta que ahora, era prácticamente la única peatonal. Hasta en los pueblecitos los automóviles entraban hasta por las calles más recoletas. El único límite parecía ser no despeñarse. La situación no era única de aquí ni mucho menos. Un poder fáctico con grandes intereses económicos determinaba el deseo de las personas por poseer automóviles cada vez más caros y complicados. Incluso estaba mal visto usar transportes públicos. La obstinación era tal, que se daban todas las facilidades al uso masivo de automóviles y se ignoraban sus inconvenientes. El más grave de ellos ha sido el deterioro de la atmósfera para causar la situación que vivimos ahora mismo, siendo el automóvil con motores de combustión uno de los causantes principales.

A partir de principios del siglo XXI se perfeccionó la tecnología de los automóviles eléctricos, antes entorpecida a propósito. Pero ya era inevitable el cambio. Plazos muy largos y varios periodos de gracia hicieron que se tardara más de medio siglo en dejar de usar estos motores, pero en lugares tan retardatarios como Ronda sobrevivieron todavía más tiempo. La última gasolinera no se cerró casi hasta finales de siglo. Y más recientemente, a lo largo ya del XXII, hemos ido cambiando los caminos por los cielos. Fue la proliferación de servicios de vehículos voladores accesibles la que consiguió que cada vez haya menos automóviles terrestres, sobretodo en el entorno rural. Se da la circunstancia de que en la Serranía de Ronda y en otros lugares con poca población tenemos el uso de vehículos voladores mucho más normalizado que en las grandes ciudades, donde hay muchas más regulaciones y limitaciones. Después de casi habernos quedado sin trenes, y de no haber tenido nunca carreteras adecuadas para automóviles modernos de alta velocidad, vamos a muchos sitios volando. Lo deseas y vienen. Sencillo. Viéndole el lomo a los pájaros mientras vuelan. Ya no nos da susto de nada. 

Transporte volador de cercanía

El entramado urbano del casco histórico de Ronda resistió razonablemente bien a la era del automóvil masivo. Los rondeños nos hemos esforzado en mantenerlo en unas excelentes condiciones, respetando su estilo arquitectónico y urbanístico característico. Algunas de las calles conservan su trazado islámico desde hace literalmente mil años. Los edificios predominantes tienen el estilo de los siglos XVIII y XIX con sus típicos tejados de tejas árabes y sus cierros de forja. También destacan algunas fachadas modernistas de fechas algo posteriores, pero sin pasarse de modernidad. Como veremos más adelante, esto es algo de una importancia vital. Las regulaciones urbanísticas de los últimos tiempos han conseguido que dentro de los centros históricos de Ronda, Arriate y la mayoría de los antiguos pueblos serranos, todas las casas tengan esta fisonomía irregular única y el limpio color blanco. Aunque sean edificios de nueva construcción que han ido sustituyendo a los que no cumplían este canon, su aspecto exterior y la técnica de construcción les hace indistinguibles de los antiguos. Por dentro hay de todo. Desde estancias tradicionales hasta los más modernos entornos domóticos. Lejos de ser un capricho, esta arquitectura de muros gruesos y calles estrechas siguen cumpliendo ahora más que nunca la función para la que fueron diseñadas, protegernos del calor. Vivir en el casco histórico es todo un lujo. Por eso allí no vive casi nadie. La mayoría de la zona histórica de La Ciudad es dominio hotelero, así como las partes más céntricas del centro y de San Francisco. Pero tenemos libertad para pasear por la mayoría de las calles.

Otras zonas más exteriores estaban totalmente adaptadas al paso continuo y aparcamiento masivo de automóviles. Se han tenido que ir renovando posteriormente recuperando calles y plazas. El primer cinturón de avenidas que ahora conocemos trascurre en parte por el trazado de varias calles antiguas que rodeaban al centro. De ahí para dentro está muy regulado el uso de automóviles particulares para garantizar la comodidad de residentes y turistas. En la zona exterior de estas avenidas ya no existe esa especial protección, aunque sí está limitado el paso de vehículos. Aquí es donde encontramos más creatividad arquitectónica. A lo largo del último siglo hemos sabido construir una población moderna con edificios similares a los que se pueden ver en cualquier ciudad. Está pensada para vivir. Se conservan pocos edificios viejos y en su lugar los arquitectos han hecho experimentos de todo tipo. En Ronda disfrutamos de cierta comodidad en cuanto al espacio disponible y no hay viviendas de alta densidad. Los patios climatizados nos protegen del calor en los peores momentos. Las calles amplias no tienen nada que ver con las antiguas urbanizaciones de casas idénticas enfiladas. Jardines y zonas de servicios hacen que todo esté al alcance de la mano. Aunque no hay que olvidar que Frigodaris tiene todas las patentes y derechos habidos y por haber en climatización, refrigeración, grifería térmica y hasta en medicamentos antipiréticos. Nos exigen el correspondiente cánon por todo lo que pueda bajar la temperatura de forma artificial. Por cada grado centígrado, de todo. Con este clima tan cálido tienen montado un buen negocio. Menos mal que irse por la sombra todavía es gratis.


El segundo cinturón de avenidas

Entre el segundo y tercer cinturón de avenidas, en el exterior de la población, se encuentra el cinturón de parques. Con inmensa superficie arbolada, son la iniciativa del Ayuntamiento por intentar atraer humedad, refrescar el ambiente y dar a nuestra ciudad una cobertura verde. Bajo los parques hay silos subterráneos, la mayoría son depósitos de agua de lluvia. Otros más grandes ya están en el exterior. La facilidad de construcción de estas estructuras bajo tierra y las ventajas climáticas los ha hecho muy populares para ciertas funciones. En su interior hay principalmente garajes, bodegas, almacenes, baterías geopotenciales, el museo de mantas, salas de deportes verticales y huertos hidropónicos. Por eso podemos seguir haciendo gazpacho sin pagarle derechos a nadie. Tener un huerto en superficie ya no resulta viable por las restricciones de agua y el calor. De hecho hasta hace unas décadas quedaba alguno en las casitas de campo o chalets rurales que hay en los alrededores. Son fincas modestas, tradicionales, que siguen haciendo uso de los caminos vecinales para venir a Ronda y aunque están fuera de los límites urbanos los seguimos considerando parte de nuestro pueblo.
Si nos alejamos más, encontramos grandes fincas totalmente cerradas que ni siquiera usan los caminos y en muchos casos se han apropiado de ellos hasta borrarlos. Hoteles exclusivos, escuelas privadas, congregaciones, residencias o simplemente grandes mansiones se esconden entre las colinas sin que nadie sepa muy bien que se cuece en su interior. Son un mundo a parte oculto tras verjas sónicas que aprovecha con máxima discreción el agua limpia y las ventajas de nuestro entorno.

Una villa de lujo en la Serranía

Ventajas que tiene para ellos la libertad de vivir en medio de la nada y no rendir cuentas ante nadie. En 2132 les dieron una alegría. Así muchas normas cambiaron o desaparecieron junto con servicios y derechos que ellos no usan. Después de muchos años de protestas, de un referéndum en el que se votó que no pero al final fue que sí, y de dos moratorias ya previstas que no hicieron más que aplazar un poco el desastre, el 1 de enero de ese año entró en vigor el famoso Plan de Racionalización Urbana Sostenible. Al igual que la mayoría de estrategias políticas importantes, este plan fue redactado quien sabe como y los diferentes congresistas se limitaron a aprobarlo. Es cierto que en un mundo de robots, telepresencia, abasto global y vehículos voladores, no es necesario mantener servicios presenciales e instituciones hasta en el pueblo más pequeño del territorio. Pero en un lugar tan aislado como la Serranía de Ronda, estas medidas fueron especialmente dañinas para la ciudadanía. Nos han terminado de convertir en lo que somos ahora, un complejo turístico con trabajadores poco aventajados. En definitiva, una ciudad sin fondo institucional, sólo para mirarla, y un montón de colonias rurales perdidas.

Siguiendo unos criterios muy exactos, principalmente de población y actividades económicas, el Plan de Racionalización estipula de forma férrea las garantías, servicios y protecciones de que disfrutarían a partir de ese momento los paisanos de las diferentes poblaciones. De esta forma el antiguo municipio de Arriate se tuvo que unir a Ronda y así conseguimos superar el límite de los 30.000 habitantes, por debajo del cual el desastre hubiera sido aún mayor. En la Serranía únicamente el municipio de Benaojaque pudo sumar población a partir de dos pueblos antiguos independientes y sobrepasar el umbral de los 2.000 habitantes. Pudieron conservar la estación de ferrocarril, que ya no sirve para nada, el ambulatorio con personal paramédico presencial, dos técnicos presenciales de enseñanza, el alumbrado público, el suministro de agua y poco más, que ya es bastante. Después hicieron también un puerto de grúas espaciales. La enrevesada correspondencia profunda entre las cuevas del Gato y la Pileta atrae a muchos espeleólogos, pero no a tantos como para aumentar la población. Los otros pueblecitos de la Serranía eran todos demasiado pequeños y han quedado sumidos en la irrelevancia. Aislados entre caminos rurales cortados, la mayoría únicamente tienen comunicación aérea. Una gran parte de ellos se han convertido en colonias rurales y turísticas donde quien manda es la iniciativa privada. El día que no sean rentables pueden desaparecer para siempre. Otros han sido absorbidos por grandes latifundios y alguno se ha constituido como comunidad de propietarios independiente. A todos ellos llega el comercio y abasto global de Amadaris, tienen sanidad, educación y burocracia a distancia, y si deseas comer algo rico lo tendrás. Pero la población ha descendido dramáticamente. 

Las grandes corporaciones son las que fomentaron el Plan de Racionalización y se han llevado un inmenso territorio despoblado donde operar con libertad. Por ejemplo, las granjas intensivas están prohibidas, pero haberlas haylas. Han reaparecido desde entonces. Aunque sean algo diseminadas para que no se note mucho. Con sus puertos espaciales y todo. Aquí nos estamos librando de la minería y de la agricultura intensiva. Pero a ver hasta cuando.

Las lejanas administraciones públicas se han quitado un problema de encima y ya se pueden olvidar de muchos asuntos sin avergonzarse. En la historia hubo un tiempo donde nos asaltaban con promesas a los ciudadanos. Arreglaremos tal camino, quitaremos las curvas, haremos un aeropuerto, una descalcificadora, una universidad, una fuente luminosa, parasoles estratosféricos, un balneario sónico... La ciudadanía no tenía más remedio que creerles, pero estas afirmaciones rara vez se hacían realidad. O llegaban con décadas de retraso. Ahora ya no hay esa constante frustración. La respuesta es clara. Lo que diga el Plan de Racionalización. En nuestro caso, “No” a casi todo. Meridianamente claro.

En Ronda, gracias a la unión con Arriate, las consecuencias no fueron tan extremas como en los pueblecitos. Pero de todas formas se perdieron el mantenimiento de casi todas las carreteras, el restablecimiento del ferrocarril que se acababa de cortar con el atentado del túnel, la enseñanza práctica, la hospitalización y la cirugía presencial, la red farmacéutica, la corte de justicia, los notarios, la red bancaria, los servicios funerarios, la señalización de caminos, los ventiladores viarios, la agenda cultural y otros muchos servicios que antes eran presenciales y ahora son mayormente a distancia. Los que se quieran conservar, los tiene que proveer el Ayuntamiento sin más ayuda, o tenemos todo el derecho del mundo a disfrutarlos, pero hay que ir a donde los haya.

Actividad escolar colectiva en los parques

De los tradicionales colegios y formación superior no quedó nada. En el edificio del antiguo Colegio Juan Carrillo, de principios del siglo XX, situado en el primer cinturón de avenidas frente a la estación de Ronda Centro, se pueden ver pizarras, pupitres, fotocopiadoras, ordenadores y otros utensilios similares. Forma parte de las rutas turísticas y tiene un encanto especial. Nuestros padres y abuelos ya no fueron a los colegios. Lo más parecido a un colegio que queda en Ronda pueden ser los edificios triangulares de El Fuerte, construidos por el Ayuntamiento a mediados de este siglo. Están previstos para actividades escolares en grupos numerosos cuando haya mal tiempo. Si no, nos encanta ver a los niños reunidos en la Alameda, los merenderos del cinturón de parques, o desde tiempo más reciente en los patios y galerías del Castillo. El Sistema de Enseñanza, a través de la telepresencia y otras tecnologías similares, nos ofrece a cada ciudadano una formación totalmente individualizada que se adapta a las necesidades globales, a nuestras capacidades, gustos y aptitudes. Aunque en la infancia hay muchos objetivos comunes, conforme vamos creciendo la formación se diversifica muy rápidamente y llega a una variedad de carreras prácticamente infinita dentro de los campos de sabiduría permitidos para el ciudadano común. Esta es una maravilla técnica y de organización en la que el Estado invierte una cantidad ingente de recursos informáticos, con el beneplácito de Amadarit, filial tecnológica de Amadaris. Es un mecanismo similar al usado en la mayoría de países de esta parte del mundo. Los resultados y los beneficios para la sociedad lo merecen. Todo está perfectamente controlado y el Sistema gestiona las lecciones, tareas, ludificación, calificaciones, tutorías, consejos escolares, supervisión, etc. A partir de los 8 años, cuando acaba la protección infantil, las grandes empresas pueden insertar propaganda y publicidad en los temarios. Los maestros y el propio sistema intentan categorizarla, pero esto puede ser complicado. Tenemos que aprender a reconocerla y convivir con ella.

Estudiante aprendiendo en su casa de Ronda en 2175

El lugar donde se da el aprendizaje individual normalmente es en casa y para disfrutar del sistema educativo es suficiente con el equipamiento básico del que la mayoría de ciudadanos disponemos. Las actividades en grupo y las convivencias entre alumnos también son perfectamente planificadas y organizados. Detallados calendarios tienen en cuenta los puntos de encuentro, acompañantes, vigilancia y todo lo que podamos necesitar. Todo, menos lo que sea material. Aquí acaba lo bueno y empieza a mandar el Plan de Racionalización. Los maestros trabajan a distancia perfeccionando los temarios o supervisando las actividades. Apenas se mantienen en Ronda una veintena de profesionales que atienden presencialmente a personas con necesidades especiales y tienen alguna relación con las carreras infantiles. A parte de eso, si necesitamos disfrutar de alguna actividad en un taller, laboratorio, maquinaria, etc. que no se pueda simular y tengamos que tocarla físicamente, hay que ir a donde la haya. Y en Ronda no la hay, ni la habrá. No tenemos ese derecho como ciudad demasiado pequeña. Hay que ir a Marbella o a Málaga a realizar la actividad, o a Estrasburgo si quieres. Quien esté recibiendo un aprendizaje importante que necesite usar frecuentemente esas instalaciones, terminará por trasladarse a vivir más cerca de donde las haya.

Estudiantes aprendiendo a usar un robot en una ciudad futurista

En los tiempos de implantación y transición a este sistema cibernético de aprendizaje, fueron muchos los que por diferentes motivos se oponían a él. En un sitio tan tradicionalista como Ronda siguieron existiendo durante algunos años los colegios privados con aulas, ordenadores y un sistema de educación clásico. Prometían una interacción directa con los maestros presenciales y una disciplina más férrea. Pero las ventajas del nuevo Sistema arrasaron con ellos en poco tiempo. Sobrevivieron unos años más como academias de refuerzo o especialización pero en seguida dejaron de ser rentables y cerraron. En la actualidad hay colegios privados tradicionales en Málaga capital y en la Conurbación de la Costa del Sol, de pequeño tamaño y con un ambiente totalmente discreto. También se sabe que hay por lo menos dos en los alrededores de Ronda, en fincas cerradas y aisladas. Sobre los estudios y métodos que ofrecen no se tiene mucha certeza. Van dirigidos a un alumnado elitista que vive en un mundo a parte. Además de en estos pocos colegios juveniles, la enseñanza privada se ha especializado en carreras muy específicas relacionadas con empleos, empresas o equipamientos muy determinados. Aunque en los sectores más tradicionales prometen trato directo con los maestros y enseñanza presencial, la realidad es que sus actividades en Ronda también son telemáticas y telepresenciales porque no es rentable desplazar personal aquí.

La sanidad siempre se ha considerado un servicio básico de igual importancia que la formación. El Estado pretende sacarla adelante con una organización cibernética parecida a la del Sistema de Enseñanza. Pero la mayor complejidad de la operativa juega en su contra, sobretodo en las poblaciones pequeñas. La constante presión de la iniciativa privada consiguió a lo largo del siglo pasado arrinconar al sistema sanitario universal. Los ciudadanos tenían que pagar por todo. En Ronda, después de años de deterioro, se llegó a cerrar el hospital comarcal que había, sin más alternativa que el abarrotado Hospital Provincial de Málaga. Entonces surgieron como setas las sucursales de las poderosas clínicas de la Costa del Sol. Pero en sus centros, en vez de camillas y médicos, había catálogos y demostraciones virtuales. También de finales del XXI son los inicios del Body Shopping que hay al final de la Calle de la Bola. Allí puedes encontrar toda la sanidad que puedas desear y tu dinero pueda comprar. Desde entonces se ha ido diversificando y dando lugar a lo que conocemos hoy. Entre lo que se ofrece allí ya no se distingue muy bien el límite entre la ciencia y la fantasía. Desde atención integral exclusiva hasta homeopatía escénica, tatuajes animados o intercambio de orejas. En la planta baja de estos edificios se siguió conservando por imperativo legal la sección de medicina benéfica, que en la práctica era la única que atendía a principios de siglo a buena parte de la ciudadanía de Ronda, los que no podían permitirse otra cosa. La situación era similar en todo el territorio. Desde poblaciones pequeñas hasta barrios modestos de las grandes ciudades. La carga asistencial la soportaban estos centros de caridad con unos recursos mínimos y con la ayuda de muchos voluntarios. De esta forma no hacían sombra a las grandes empresas sanitarias y casi todas las personas, a mínimo que pudieran, terminaban pasando por caja en mayor o menor medida.

Poco a poco, a la vuelta de unas décadas, se puso en evidencia que la esperanza de vida del rebaño de población por supuesto no se beneficiaba de los avances en longevidad, sino que por el contrario estaba bajando. Y que estaban apareciendo enfermedades y dolencias que se creían superadas hace un siglo. Pero si la industria sanitaria es poderosa, hay otra que lo es más aún. Los ciudadanos, antes que personas, somos consumidores del comercio y abasto global. Y si nos morimos pronto no podremos desear comprar. Así que casi de la noche a la mañana hubo un cambio de directivos en varias de las empresas más combativas de la sanidad privada. Y al mismo tiempo hasta el Plan de Racionalización Urbana Sostenible fue rectificado. Varios de los "No" se convirtieron en "Sí". Tras varios años y unos inicios complicados, todos los ciudadanos empezamos a formar parte del Sistema Sanitario Básico que disfrutamos en la actualidad. Ronda no tiene derecho a un hospital ni a la mayoría de atención médica presencial. Hay que conformarse con la telemática o la telepresencia en la mayoría de las situaciones. Y con una pequeña flota de ambulancias, por supuesto todas voladoras, que nos llevarán a Málaga o Sevilla con rapidez. Se dispone en Ronda, en Arriate, en Benaojaque y en varios puntos estratégicos de la Serranía de bases donde aguardan estos vehículos y personal paramédico de atención inmediata. Como decimos, no tenemos derecho a más sanidad que la imprescindible para que la esperanza de vida no baje y Amadaris no se ponga triste.

Una ambulancia voladora

En el centro sanitario de Rinaldi, inaugurado en 2140 cerca del primer cinturón de avenidas, además de una de las bases de ambulancias, hay una sección de emergencias con un equipo de intervención rápida formado por varios doctores humanos. En los casos más graves podrán disponer de un quirófano robotizado que puede ser operado a distancia por el Sistema Sanitario. En el día a día, los rondeños y serranos disponen de una sección de enfermería para las intervenciones rutinarias que han de ser presenciales. Un sistema completo de exploración por imagen permite obtener informes y analíticas de forma rápida. La última sección presencial que se ofrece en el centro sanitario es la de Maternidad. A pesar de las limitaciones del Plan de Racionalización, la mayoría de poblaciones conservan esta prestación con la ayuda de los ayuntamientos y otras donaciones. Se pretende que todos los niños sigan naciendo lo más cerca posible de su casa. Para todo los demás servicios, hay que ir a donde los haya. Consultas presenciales especializadas, cirugía programada, hospitalización, tratamientos, etc etc, se tendrán que llevar a cabo en las grandes ciudades, normalmente la Conurbación de la Costa del Sol, Málaga o Sevilla.

Un quirófano automático para urgencias

Quien no esté de acuerdo con estas incomodidades puede recurrir a la sanidad privada, que promete un trato más personal y directo. Pero en Ronda la única diferencia es que los asistentes virtuales que responden a las consultas tienen una voz sintética más refinada. No es rentable enviar personal a un sitio como este. Y más estando tan cerca de Marbella, que con la desaparición del turismo de veraneo, se ha convertido en una superpotencia del turismo sanitario a nivel internacional. Las clínicas de la Costa del Sol ofrecen una variedad de servicios médicos y estéticos que roza el absurdo. Y no le faltan clientes. A muchos de ellos los tenemos después en las fincas de Ronda haciendo recuperaciones y reposos rodeados de una naturaleza que allí no tienen.

De la misma forma, la comercialización de los medicamentos es gestionada directamente por Amadaris. La mayoría de las recetas son exageradamente personalizadas. Las autoridades intentan custodiar una pequeña cantidad de medicamentos básicos para el caso de desabastecimiento, pero la logística de esta misión es cada vez más complicada.

Otros servicios asistenciales como las residencias de personas mayores sólo se prestan en las grandes ciudades, en centros para cientos o miles de personas. Normalmente el funcionamiento es muy automatizado, con muy pocos trabajadores presenciales. Además en muchos casos las instalaciones se encuentran en silos subterráneos con apartamentos modulares. Las ventanas son en realidad proyecciones de imágenes sintéticas que simulan las diferentes horas del día y diferentes paisajes del mundo. Muchas personas no tienen otras opciones para elegir. Entre las promesas de la oferta privada está una atención más presencial, pero en la realidad la mayoría de centros usan tecnologías similares para abaratar costes. Una diferencia es que los robots levantarán el meñique al servir las infusiones. Como alternativa, se encuentran algunas residencias clásicas dentro de edificios convencionales o incluso en el campo. En las fincas de la Serranía los hay, con unos precios totalmente fuera del alcance de nadie. Por estos motivos se pretende por todos los medios que la calidad de vida garantice la estancia en las viviendas habituales durante el máximo tiempo posible. El Sistema Sanitario ofrece gran cantidad de actividades de envejecimiento activo, aunque en Ronda todas son telemáticas y telepresenciales. Para ayudar a las personas que tienen dificultad en el uso de estas tecnologías existe un amplio colectivo de voluntarios y colaboradores. Un orgullo de nuestra sociedad.

De la misma forma, las grandes actividades de entretenimiento para la población general que pueden haber en Ronda cada vez se encuentran con más dificultades organizativas. La falta de apoyo exterior y la poca rentabilidad para la empresa privada hacen que tengan un ámbito limitado. Deportes en la naturaleza o en las pocas instalaciones deportivas que el Ayuntamiento puede mantener con los estándares de calidad actuales son las principales ofertas de ocio que quedan en Ronda. Otros eventos más tecnológicos no pueden competir con las grandes instalaciones y atracciones que hay en la Conurbación de la Costa del Sol. Los rondeños nos desplazamos hasta allí para disfrutar de ellas y descubrir formas de ocio cada vez más espectaculares que aquí ya nunca vamos a tener. El único consuelo es la preservación del ambiente y del paisaje de la Serranía sin graves perturbaciones.

El entorno natural es de vital importancia para la supervivencia de Ronda como la conocemos. La conservación del Parque Nacional, a pesar de los numerosos intentos que ha habido para reducirlo o eliminarlo, nos permite mantener alejada a la minería en superficie y a las grandes explotaciones agrarias intensivas. Los pinsapos cada vez son más escasos. A parte de en lo alto de nuestra Sierra, ya apenas quedan varios bosquejos en Grazalema. En el norte de África están prácticamente perdidos. Cuesta trabajo creer que alguna vez se criaran algunos ejemplares en las calles de Ronda, como demuestran las fotos antiguas. Tan adaptados a climas fríos, no pueden sobrevivir en un lugar donde rara vez hay heladas. De la nieve ya ni hablamos. Es frecuente que haya dos o tres años seguidos sin poder verla, ni siquiera en los picos más altos de la Sierra. Los tejados de Ronda ya llevan 19 años sin cubrirse de blanco. En aquella última ocasión ya estaba terminado el Castillo en su estado actual, y las imágenes de las torres nevadas dieron la vuelta al mundo. Hay que desmentir una vez más la historia de que en nuestra Sierra hubiera alguna vez instalaciones para practicar deportes de invierno. Jamás las hubo, ni siquiera en tiempos antiguos. Donde sí las hubo y se han conservado hasta principios de siglo ha sido en Granada, en Sierra Nevada. El nombre es muy parecido, de ahí la confusión.

Un robot recogiendo higos chumbos

El clima que tenemos y la escasez de agua condicionan los arbolados y los sembrados de nuestros alrededores. Todavía podemos afirmar que la Serranía de Ronda es un oasis, ya que otras zonas próximas del Valle del Guadalquivir han sido mucho más afectadas por la aridez o los bichos. La minería extensiva, los grandes regadíos y la contaminación del agua están consiguiendo expulsar a la población nativa. En Ronda podemos tener todavía aprovechamientos forestales muy controlados y sembrados de secano. Ha habido experimentos de todo tipo, hasta con las flores de las ardiviejas, pero en un mundo donde todo está patentado y licenciado, ninguno ha podido salir adelante más que como curiosidad local. Los avances produciendo nueces cuadradas se encontraron con una demanda de la corporación Lego que por supuesto no prosperó, pero el miedo siempre gana. Y de lo que pasó con las bellotas ya ni hablamos. Las viñas de Ronda produjeron variados vinos en siglos pasados, más conocidos por su calidad que por su cantidad. Con tanta competencia de los países del centro y norte de Europa, destacar en este sector es poco menos que imposible. Y menos ahora con los vinos sintéticos. Los higos chumbos han ido colonizando nuestro territorio con fuerza. Pero igual que los hay aquí, los hay en cualquier sitio. No tenemos la capacidad industrial para procesarlos y que se los lleven, así que por ahora nos los podemos seguir comiendo gratis. Ronda, debido al terreno montañoso, nunca tuvo grandes extensiones de olivares, pero su presencia era evidente. En las últimas décadas Andalucía ha terminado de perder su importancia en esta industria. Principalmente por el clima, pero también por la competencia. La producción de aceite de oliva se ha extendido de forma masiva por muchos lugares del mundo. De hecho hay olivares hasta en la Luna, en los campos experimentales. Así que producir aceitunas y aceite aquí es más una curiosidad didáctica que una actividad prospera. Se conservan tres almazaras tradicionales accionadas por caballerías robóticas en los alrededores de Ronda, y le gustan mucho a los turistas. Las cápsulas de aceite que tenemos para untar las tostadas nos las trae Amadaris y es difícil asegurar de dónde provienen. Ni siquiera si el aceite es de verdad.

Olivos en un laboratorio de la Luna

Lo único que sale adelante en los alrededores de Ronda en la actualidad de forma destacada es muy parecido a lo que ya cultivaban los romanos hace milenios en Acinipo. Precisamente por su antigüedad hay variedades que se han podido defender de las patentes y que siguen siendo moderadamente productivas. Estamos hablando del trigo. Una selección exquisita de las semillas están consiguiendo una producción estable en las últimas décadas. Los rondeños por proximidad podemos disfrutar incluso de panaderías artesanales como un capricho exclusivo. Conservar esta industria no ha sido fácil. Ha habido que enfrentar problemas legales de todo tipo y no ha sido hasta la construcción de los gigantescos silos subterráneos cuando la producción se ha mantenido. A nivel regional tenemos cierta importancia. La fabricación del harina ya se nos hace más complicada. Y su comercialización ya es del todo imposible. Desde el Plan de Racionalización Urbana, Ronda perdió lo que le quedaba por perder para la existencia de industrias de importancia. Desde mucho tiempo atrás, las fábricas tienden a agruparse en parques industriales donde compartir infraestructuras, servicios de apoyo, recursos humanos y vías de comunicaciones. La fuerza industrial del mundo se ha trasladado a los desiertos nórdicos donde la maquinaria de las oscuras fábricas automáticas tiene muy buena refrigeración. La distancia ya no es un problema gracias a las grúas espaciales. Incluso hay módulos industriales que están sumergidos en el mar.

Así que aquí en Ronda lo más sofisticado que se pueden encontrar son talleres artesanales que -al igual que en muchos otros sitios- intentan no destacar demasiado en el exterior para que sus productos no sean rápidamente copiados. Sobrevivieron durante años una fábrica de persianas, toldos y sombrillas de ganchillo, otra de abanicos plisados, una de chanclas y alpargatas de esparto en Arriate y poco más. La última industria que podemos destacar, de principios de siglo, fue la de los botijos irrompibles. Estaba situada en la zona de El Fuerte y llegó a tener cierto éxito porque nadie copió sus productos. Pero luego fue perdiendo ventas hasta desaparecer. El motivo, todos hemos heredado alguno de estos botijos que siguen funcionando igual de bien que el primer día. Para todo lo demás, el comercio y abasto global. Ahora todo lo tiene Amadaris por una fracción de su precio y pudiendo ser personalizado hasta el mas mínimo detalle. Te lo traen recién hecho del polo norte.

Centro Comercial Amadaris

Amadaris dispone en nuestro pueblo -y en todos los demás- de un pequeño pero sofisticado centro comercial donde se nos pasa el tiempo volando. Es un edificio de cristal con once plantas, seis de las cuales son subterráneas. Está situado al final de la Calle de la Bola, ya fuera del primer cinturón de avenidas. Destaca sobre los tejados como el campanario de la iglesia en los pueblos antiguos. Si la telepresencia te sabe a poco para ir de compras, allí encontrarás una selección de todas las novedades habidas en su catálogo para poderlas ver y tocar en la realidad. Interesantes productos pequeños o grandes. Desde bigotes luminosos para gatos hasta gravicópteros personales. Todo en el centro comercial es sólo para verlo. Recibirás invitaciones para asistir a la presentación de tus productos favoritos, o podrás pasar horas contemplando muestrarios y exhibiciones. Si quieres comprar algo es suficiente con desearlo. Cuando llegues a casa seguramente ya haya dado tiempo a entregar tus compras y lo encontrarás allí. Muchos de los productos, especialmente ropa y calzado son totalmente personalizados con tus medidas y preferencias. Si deseas una sorpresa, cuando abras el envoltorio te encontrarás un diseño que nunca habías imaginado, pero que ha sido calculado especialmente para ti y te encantará.

El resto del comercio en Ronda tiene una función más bien decorativa. La ventaja es únicamente el trato personal. Realmente la mayoría de los artículos son los mismos que encontrarás en el centro comercial virtual, con el toque especial que haya elegido la tienda para intentar destacar. En la antigüedad hubo en las ciudades otros comercios grandes de muchas clases. Entre ellos grandes supermercados repletos de estanterías donde la gente iba a comprar de forma presencial. Luego Amadaris fue absorbiendo o arruinando a las diferentes empresas de distribución para seguidamente cerrar todos estos centros e incorporar a la clientela a su comercio y abasto global. En el lugar que ocupaban algunos de estos grandes edificios se construyeron silos que tienen funciones logísticas y son el punto de salida de los repartidores, ya sean humanos o robóticos. Actualmente en la mayoría de los casos la función de clasificación se hace en los almacenes subterráneos de forma completamente automatizada.

Hay un tipo de silos donde sí que entramos los clientes. En Ronda ya tenemos tres de ellos, el más moderno con 14 plantas bajo tierra. Los hay en todos los pueblos y ciudades. Forman parte del programa pos-venta de Amadaris y su uso es gratuito. Nos encanta guardar tesoros y cuando no queda sitio en las viviendas los podemos ir metiendo ahí. Al principio controlaban bastante que no se aprovecharan para guardar otras cosas, pero ahora ya da igual. Saben que prácticamente todo lo que tenemos ha sido comprado de una o de otra forma en su comercio global. Si llenamos también el trastero, en todos estos lugares hay uno de los llamados “Agujeros Verdes” en los que desaparece cualquier cosa que depositemos. Prometen que todo será reciclado o reutilizado para mantener el estado ecológico del mundo. Pero nadie sabe con certeza lo que ocurre con las cosas que se echan allí. Si irán cargadas en trenes grises o en grúas verdes camino de tierras lejanas, o si lo convertirán en hamburguesas ecológicas y nos las pondrán para cenar.

Silo de almacenes personales y agujero verde

La alimentación y la cocina es un tema en el que en Ronda todavía nos seguimos defendiendo. Al ser un lugar tan tradicionalista, somos muchos los que todavía cocinamos esporádicamente en casa, suponiendo que vivamos en una casa con cocina. La oferta de alimentos primarios es cada vez más reducida. Su producción y transformación es poco rentable en esta parte del mundo. De forma muy limitada para no despuntar y que las copien, hay chacinas y quesos de la Serranía, de las cabras de Grazalema, alguna verdura de los huertos urbanos subterráneos y poco más. De forma más natural podemos disfrutar de los higos chumbos, muy cómodamente entrenando a los robots para que nos los recojan. Los espárragos los seguimos buscando personalmente, es un deporte en si mismo. También tenemos muy cerca el trigo con el que las panaderías artesanales siguen haciendo algún pan. Las magníficas pastelerías y confiterías de Ronda, con siglos de historia, usan recetas y técnicas tradicionales. Y los churros, se siguen pudiendo hacer con libertad sin pagar royalties en determinados sitios, incluido Ronda, demostrando ser tradicionales. Los helados artesanales están en la práctica prohibidos, junto con los polos, los granizados y las bebidas frías son un producto de gran demanda sujeto a muchas licencias comerciales de Frigodaris que hace realmente imposible su comercialización por libre. Hay que pagar un pequeño canon también por el agua refrigerada, de ahí la popularidad de los botijos tradicionales, no electrónicos. El resto de comidas y bebidas naturales y sintéticas las encontrarás en el Abasto Global de Amadaris. El problema es que, como ya hemos dicho, todo en este mundo está patentado y licenciado. Si en la lista de la compra se estima que hay los ingredientes necesarios para cocinar determinado plato, automáticamente se aplica el recargo correspondiente. Las combinaciones son tan amplias que siempre vas a terminar pagando por algo. Hay expertos en fraccionar e intercambiar pedidos, pero siempre terminan pillándolos. Cocinando en casa podemos tener la satisfacción de seleccionar mejor los ingredientes, cambiar algunos por los de producción local y ahorrar algunos de estos pagos. Aunque el renting y licencias de uso de los utensilios de cocina y los electrodomésticos ya te puedes imaginar de donde vienen.

Interior de una cocina automática

La otra opción son las cocinas automáticas y los comederos. Grandes máquinas herméticas omnipresentes en esta parte del mundo desde hace décadas. Puedes desear un plato en concreto o confiar en tu calendario nutricional. El sistema conoce a la perfección tus gustos, preferencias, metabolismo, intolerancias, etc. y es capaz de cocinar para ti de forma exquisita algo que te va a gustar mucho, siempre. Los ingredientes, mejor no pensar en lo que son ni de donde vienen. En la categoría básica diaria la mayoría son sintéticos, por supuesto. Parte del proceso se hace en diferentes fases en factorías remotas o cercanas y la finalización de los platos con su capa de personalización ya se hace en tiempo real en el interior de las cocinas automáticas repartidas por todos los barrios de Ronda. Tendrás tu plato rápidamente en el comedero donde lo hayas deseado o aparecerá en casa. Una maravilla de los tiempos modernos que a algunos todavía se nos atraganta.

De la misma forma, también se puede ir a los restaurantes. Los más económicos son simplemente las mismas cocinas automáticas con otra capa extra de personalización. Pero si nos salimos de ahí y podemos pagar más, hay algunos donde cocineros humanos preparan sus platos a la antigua usanza. Si no son grandes franquicias, se enfrentan a derechos de autor y complicaciones, pero sobretodo los especializados en platos tradicionales de nuestro pueblo van saliendo adelante sin meterse en muchos problemas legales. Pueden ser un capricho para un día especial o están claramente orientados al turismo de alto poder adquisitivo que viene a Ronda.

El turismo es, desde hace mucho, el principal factor económico de Ronda. A los foráneos les encanta andar por nuestro casco histórico, admirar los Puentes desde todas las perspectivas posibles o perderse durante horas por los patios del Castillo. Encuentran aquí algo bonito que ver, un clima más apacible y un entorno que tenemos que conservar por todos los medios. A pesar de que cada fin de semana hay eventos fijos de tradición andaluza combinada formados por procesiones, fiestas de navidad y casetas de feria, muchas visitas empiezan y terminan en el mismo día. Ronda se recorre muy rápido. Pero para estancias más largas les ofrecemos bastantes tipos de hospedaje, principalmente en los dominios hoteleros del centro. Si alguien quiere algo más pintoresco destaca el Hotel Victoria, con más de 250 años de historia, un cuarto de milenio. A parte de esto hay hospederías más modernas de toda clase y categoría en otros lugares dentro y fuera de Ronda. Para dar un servicio de calidad, desde hace décadas aquí no se permite meter publicidad en los sueños, así que los hoteles son ligeramente más caros. Tampoco hay hoteles subterráneos. Junto con los restaurantes tradicionales, los servicios turísticos de trato directo conforman la mayor parte del empleo presencial que tenemos los rondeños. 

Con el turismo también conseguimos que Ronda sea conocida y no sea olvidada en el exterior, lo que puede ser de vital importancia. Hay que hacer que la oferta turística de Ronda siga siendo atractiva. Para ello además de la exquisita conservación de nuestro casco histórico y los bienes artísticos y culturales, hay que seguir construyendo nuevos puntos de interés turístico para no caer en la irrelevancia. Una novedad del último siglo han sido los satélites de barrido geológico ultra profundo. Aprovechados principalmente para aplicaciones industriales han tenido una importancia crítica en la extensión de la minería a gran escala. Pero también tienen un uso adicional para descubrir cuevas ocultas por todo el mundo. De esta forma se pudo poner en valor la ya conocida larga unión  entre las cuevas de La Pileta y El Gato en Benaojaque. Eso sí se ha hecho porque era relativamente sencillo. Ronda no iba a ser menos y también se ha descubierto una profunda cueva sin entradas cerca de la Sierra Hidalga. Se sabe que tiene grandes espacios interiores que se podrían recorrer andando cómodamente, y otras galerías más complicadas ya reservadas a espeleólogos. Haría falta instalar iluminación y equipamiento de seguridad. Pero sobretodo dotarla de un acceso al exterior. Por el lugar más corto se necesitaría excavar un pozo inclinado 20 grados y con una profundidad de 370 metros, dentro del cual tendría que haber algún tipo de ascensor y escaleras de evacuación. Sería una inversión enorme, y todo para competir con cuevas similares que se han abierto recientemente en muchos otros sitios, sobretodo en el norte de África. Más cerca todavía, en Puente Genil han podido acceder a una intrincada cueva en pendiente con más de tres kilómetros de desnivel. La han dotado de una iluminación espectacular y de hasta 142 rampas automáticas de cristal. Una maravilla del futuro que ya se puede visitar y que puede suponer la supervivencia de esta población, situada en un entorno mucho más deteriorado que el nuestro.

Cueva

Así que seguramente nuestra cueva de La Hidalga siga cerrada durante muchos miles de años más, y dediquemos los recursos a planes más prácticos. Dejando a parte construcciones e intervenciones menores en el interior de Ronda, el proyecto más importante que hemos llevado a cabo en la era actual ha sido la reconstrucción del Castillo del Laurel. Esta importante fortaleza de origen islámico fue destruida casi completamente por los ejércitos de Napoleón a principios del siglo XIX, sin conservarse apenas elementos importantes de su estructura original. En los siglos siguientes el solar tuvo diferentes usos, escolares y hoteleros, pero sin prestar especial atención a su aspecto. No fue hasta finales del XXI cuando se planteó una reconstrucción monumental del Castillo. El Ayuntamiento encargó un proyecto donde intervinieron incluso arquitectos humanos especialistas en este tipo de edificaciones. La construcción iba a ser de nueva planta porque pocos detalles se tenían de la estructura original. Se pretendía que la forma, los materiales y el estilo constructivo de los diferentes edificios encajara en la estructura existente del caserío y los anillos de murallas que se conservan en el casco histórico de Ronda. Con muchas complicaciones económicas y muchos retrasos, la obra se realizó en varias fases y luego ha habido diferentes ampliaciones. En el primer momento se construyó el cuerpo central del Castillo que alberga los patios más profundos, la planta arqueológica y las instalaciones del Museo de la Serranía de Ronda. La parte superficial más visible del monumento tiene un detallado estilo hispano árabe y forma un enrevesado laberinto de patios, torres, pasarelas, galerías y jardines en los que tanto rondeños como visitantes pueden disfrutar de bonitos momentos de ocio.

Exterior del Castillo

Los requisitos del proyecto original del siglo XXI señalaban que ninguna de las torres superara en altura al campanario de la Iglesia Mayor. Pero conforme los rondeños se acostumbraron a ver el edificio perfectamente integrado en el paisaje urbano de La Ciudad, se dieron cuenta que esta limitación no tenía sentido. En la siguiente fase se construyó la nueva Torre del Homenaje en el centro del Castillo. Junto con las otras laterales, supera con mucho a la antes mencionada y se ha convertido en el magnífico mirador que permite observar todos los alrededores de Ronda.
En la última fase de ampliación, ya a mediados de este siglo, el Castillo ha crecido sin complejos tanto a levante como a poniente. Se ha ampliado su estructura con el mismo estilo y encanto construyendo diferentes baluartes y torres albarranas que todavía se extienden por terrenos que ocupó la fortaleza original. La zona del Parque Arrabal extiende el monumento hasta prácticamente llegar a los Baños Árabes. Al otro lado, enclavadas en la ladera del Tajo, se dispone de tres torres de mayor altura interconectadas con el Castillo a través de puentes y almenares. Pero son mucho más altas que lo que se ve desde fuera. Los ascensores profundizan en la tierra hasta llegar a galerías subterráneas ricamente decoradas que permiten ir caminando de forma prácticamente llana al Ruedo Alameda, al Albacar o al fondo de Los Molinos del Tajo.

Un patio del Castillo

Todo este conjunto monumental, con un acabado arquitectónico exquisito y un mantenimiento muy cuidadoso, se ha integrado con el barrio del Espíritu Santo y con esta parte del casco histórico para convertirse en unos de los principales atractivos de Ronda. El Castillo es un espacio de esparcimiento espectacular para el disfrute de rondeños y visitantes. En los diferentes salones interiores que todos conocemos se han celebrado a lo largo del último siglo actividades de todo tipo, desde eventos deportivos y festivales hasta convenciones técnicas con presentaciones muy sofisticadas. Algo de vital importancia son las reuniones empresariales y políticas del más alto nivel que se organizan cada vez que se puede. Tienen el objetivo principal de que Ronda no sea olvidada por los dirigentes de las élites que alguna vez podrían tener que tomar decisiones cruciales sobre nuestro futuro. 

Una sala de reuniones y conferencias en el Castillo

Y en el tiempo está la clave de todo. El cambio climático produjo un daño que con el esfuerzo de las últimas generaciones se ha empezado a remediar, pero muy lentamente. Los científicos informan de una desaceleración en los efectos del calentamiento global en esta parte del mundo. Pero todavía falta mucho para llegar al máximo de calor, y mucho más para que la situación empiece a revertir, si es que alguna vez lo hace. Esperemos que eso ocurra antes de que se seque el último pinsapo. Las previsiones más optimistas hablaban de un punto de inflexión a mediados del siglo que viene. Pero cálculos más realistas con los datos actuales pronostican que la situación no empezaría a mejorar algo hasta bien entrado el XXIV. Mientras tanto, aunque sea más poco a poco, las temperaturas siguen subiendo, los veranos son más tórridos, cada vez llueve menos y cada vez hay menos agua. Por eso tanta obsesión con los depósitos. Es posible que muchos más territorios de interior a nuestro alrededor queden totalmente inhabitables en unas décadas y la Serranía de Ronda no pueda seguir siendo el oasis que actualmente es. De una ciudad con más de dos mil años de historia no podemos dejarle a las futuras generaciones más que un montón de piedras. 

Conforme la situación siga empeorando, es inevitable que en el próximo siglo Ronda siga perdiendo población, pero tenemos que seguir haciendo todo lo habido y por haber para no llegar a perderla toda. En el peor de los casos, si se llegara a cerrar el Parque Nacional, si se perdiera la protección que tiene nuestro entorno y si la ciudad no tuviera el casco histórico tan conocido y repleto de importantes monumentos, es posible que fuéramos olvidados y quedáramos a merced de la minería en superficie. Un plan de desabastecimiento programado haría que la gente se empezara a ir. Puedes seguir deseando lo que quieras en el comercio global, pero no aparecería en casa, sino que te lo entregarían muy lejos. El abasto está garantizado por ley y nadie moriría de hambre. Pero, en vez de esas comidas exquisitas, encontraríamos en los comederos tabletas de proteína sintética y agua con azúcar para mojar. Por mucho esfuerzo que hagan las autoridades para sobrellevarlo, las complicaciones logísticas y las incomodidades serían tan grandes que en pocos meses el grueso de la población se habría marchado. Sólo quedara una clase social resignada al trabajo presencial en la minería o en lo que les manden. Ya ha ocurrido en muchos sitios lejanos y en varios sitios cercanos. Pero aquí tenemos la firme esperanza de que un desabastecimiento de esa clase no ocurra. Por si acaso hay que portarse bien, seguir deseando muchas cosas aunque luego las guardemos en los silos, y seguir comiéndose la comida personalizada que está muy buena sin dejarse ni las migas. Que Amadaris no se ponga triste.

Pero igual o más importante es que gran parte de los ingresos que trae a Ronda el turismo también van directamente a las arcas de las grandes corporaciones, así que no tendrán mucho interés en que la ciudad desaparezca. Y los propietarios de las grandes fincas que hay por la Serranía tampoco tendrían muchas ganas de mudarse, así que seguro usarán su influencia para conservarlas. Con un poco de suerte nos quedan dos o tres generaciones buenas para disfrutar de Ronda con relativa normalidad, aunque sea a base de gazpacho y abanicos. Después vendrán momentos malos que tendrán que saber superar para que Ronda vuelva a renacer en el futuro, si es que los efectos de la crisis climática alguna vez revierten. 

Entre los planes para preservar lugares históricos durante ese largo verano se están barajando diferentes posibilidades. Ahora que se le están viendo las orejas al lobo es cuando se está agudizando el ingenio. Pensar en trasladar la Mezquita de Córdoba piedra a piedra a otras latitudes hubiera sido un disparate hace veinte años, pero ya hay cálculos y proyectos preliminares que lo plantean. En nuestro caso, Ronda no se puede trasladar. No se puede mover el Tajo. Así que otra solución hay que buscar. En muchos lugares -más pequeños que nuestro casco histórico- ya se han hecho pruebas para sepultar los edificios enteros con espuma inerte y así preservarlos de la erosión árida y de la gran insolación. Luego en el futuro si alguna vez el clima mejora, los arqueólogos excavarían el tesoro. Pero en nuestro caso queremos seguir viviendo aquí y que los turistas sigan viniendo para que el mundo no nos olvide. A ver si los arqueólogos después no nos buscan.

La Alhambra de Granada ni se va a trasladar ni se va a sepultar, por lo que ya se tienen en mente otros planes. En Arabia y La India existen ya. Estructuras de cúpulas y pabellones aislados y climatizados protegerían tan preciados lugares, al mismo tiempo que permitirían desarrollar en su interior una vida y una actividad con cierta normalidad. Las partes modernas de las ciudades que se quieran conservar se irían haciendo subterráneas. Tendremos que sacar los trastos e irnos a vivir a los silos de Amadaris, pero eso ya es otra historia. Aquí nos conformamos con que las cúpulas protejan el caserío de La Ciudad con sus monumentos y que el cañón del Tajo no se llene de arena. Con suerte el Castillo ya tendría dos siglos y estaría repleto de antigüedades, así que una excusa más.

Proyecto de cúpulas para proteger las ciudades del calor

Aunque nuestro casco histórico no es demasiado grande, construir estas cúpulas sería un proyecto inmenso. Incluso la planificación y las actuaciones previas serían una obra faraónica que ahora mismo no somos capaces de imaginar. Los rondeños no lo podríamos costear por nuestros propios medios, así que necesitaríamos que las administraciones, incluso las internacionales, se acuerden de que Ronda existe y nos echaran una mano. Con muchas otras poblaciones similares seguro que lo van a hacer, así que nosotros también queremos y nos tenemos que ir posicionando en la carrera por sobrevivir. Hay que mantener Ronda más viva que nunca. Falta mucho tiempo y todavía nuestros trisnietos posiblemente no lo verán, pero si queremos que Ronda siga teniendo siglos de historia por delante tenemos que tomarnos todas estas situaciones muy en serio y anticiparnos a los problemas, en vez de crear más.


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